@José Mendiola - 10/05/2010 El Confidencial
Era un día cualquiera en la casa de Boston de los St. Germain. Cada uno se afanaba en sus menesteres, y el vástago de la casa, Bryan, de 22 años, decidió conectarse a Internet desde su móvil, hábito que como veremos más adelante se convertiría en una misión arriesgada que pondría la economía de toda la familia en la picota. El joven se aficionó a ello, y como quiera que la conexión a Internet en los ordenadores de su casa era más bien lenta, descubrió que si conectaba su portátil a la red desde el móvil, el acceso era mucho más rápido.
Todo parecía ir bien en esta familia norteamericana de clase media, hasta que una buena mañana recibieron dos facturas del operador de telefonía móvil Verizon, que dejaron sin palabras (y casi sin aliento), al cabeza de familia, Bob. La primera de ellas superaba los 12.000 dólares, mientras que la segunda rondaba los 6.000 dólares, y todas ellas por conexiones a Internet desde el móvil. Temblándole el pulso, St. Germain se puso en contacto con el operador albergando la esperanza de que todo se tratara de un error tipográfico, pero nada de eso: la factura era correcta y lo peor del asunto es que el taxímetro seguía corriendo.
A partir de este punto, todo se sucede a una velocidad de vértigo. Bob St Germain se lamenta en público: "¿Cómo es posible que los operadores no alerten de los consumos desorbitados en el móvil?", y comenzó un pulso con el operador en el que intenta demostrar que la factura no es válida. Verizon se ha ofrecido a reducirla a la mitad, pero nuestro aguerrido protagonista se resiste a pasar por el aro, y el operador optó por derivar la factura a una empresa de cobro de morosos.
A partir de este punto, todo se sucede a una velocidad de vértigo. Bob St Germain se lamenta en público: "¿Cómo es posible que los operadores no alerten de los consumos desorbitados en el móvil?", y comenzó un pulso con el operador en el que intenta demostrar que la factura no es válida. Verizon se ha ofrecido a reducirla a la mitad, pero nuestro aguerrido protagonista se resiste a pasar por el aro, y el operador optó por derivar la factura a una empresa de cobro de morosos.
"Intentamos educar a nuestros clientes sobre los productos y servicios ofertados de forma que no acumulen facturas indeseadas", afirma Philip Santoro, portavoz de la operadora. Bob, por su parte, también ha elevado el tono de la reclamación apoyándose en dos senadores y acudiendo a la fiscalía general para denunciar su caso, y mientras escribimos estas líneas continúan las espadas en alto.
Otra factura de 57.000 euros
Peor suerte tuvo el obrero canadiense Piotr Staniaszek, que recibió unadolorosa que rozaba los 60.000 euros del operador Bell. Al parecer, este incauto usuario se dedicó a descargarse de la red toda suerte de películas, entendiendo que estaban incluidas en su plan de precios "ilimitado". Con lo que no contó el aludido es que el operador no cubría el tethering (conectar el ordenador al móvil y utilizar éste como módem), con lo que tras una dura negociación con el operador, consiguió reducir el importe hasta los 2.300 euros.
Otra factura de 57.000 euros
Peor suerte tuvo el obrero canadiense Piotr Staniaszek, que recibió unadolorosa que rozaba los 60.000 euros del operador Bell. Al parecer, este incauto usuario se dedicó a descargarse de la red toda suerte de películas, entendiendo que estaban incluidas en su plan de precios "ilimitado". Con lo que no contó el aludido es que el operador no cubría el tethering (conectar el ordenador al móvil y utilizar éste como módem), con lo que tras una dura negociación con el operador, consiguió reducir el importe hasta los 2.300 euros.
Estos hechos reabren el debate sobre si los operadores deben advertir a su cliente si éste alcanza un consumo que pueda establecerse objetivamente como excesivo. Lo cierto es que los principales operadores cuentan con herramientas de control del consumo a disposición de los usuarios, el problema reside en que pocos usuarios las conocen, o lo hacen cuando ya es demasiado tarde. s2t2 -