Tras la caída de la URSS y el Telón de Acero, Cuba se quedó sin su principal valedor en el mundo. Comenzó entonces el llamado “Período Especial en Tiempo de Paz”, que se prolonga desde entonces y coincide con el bloqueo económico de EEUU a la isla. Un pequeño país, de apenas 11 millones de habitantes, como Cuba casi completamente aislado del resto del mundo ha tenido queingeniárselas para desarrollar soluciones tecnológicas con las piezas disponibles o hacer sobrevivir más allá de lo previsible cualquier aparato o motor. “Cuanto más severa era la crisis, más poderosa era la creatividad”, afirma el artista y diseñador cubano Ernesto Oroza.
La antena de bandejas es la alternativa cubana a la parabólica, prohibida desde 2003. Se construye a partir de una bandeja metálica de las que se utilizan en los comedores hospitales, colegios o prisiones, aunque puede mejorar su potencia con unas latas de Coca-Cola. “Se trata de un objeto muy accesible porque se utilizaba en todos los espacios públicos donde la gente almorzaba”, según Ernesto Oroza, un artista que se ha dedicado a recopilar estas tecnología populares. El caso de la antena de bandejas es paradigmático: “Si había un objeto capaz de explicar la masificación de esta inventiva era la antena de bandejas”, sostiene Oroza.
El diseñador cubano Ernesto Oroza, afincado en Miami, recorrió Cuba entre 1994 y 2007 registrando soluciones tecnológicas ideadas para solventar las carencias que sufría la gente durante la prolongada crisis. Oroza agrupó los relatos, vídeos e imágenes bajo la etiqueta“Desobediencia tecnológica”. Según cuenta en esta entrevista realizada por VBS.TV, la desobediencia tecnológica implica “superar las limitaciones que el objeto impone al usuario”. Otro ejemplo de desobediencia tecnológica son los rikimbilis.
Cualquiera que haya viajado a Cuba habrá comprobado en directo la pericia mecánica de los cubanos. Por la isla circulan Cadillacs y Pontiacs que se hubieran jubilado en el desguace décadas atrás en EEUU. Los rikimbilis son motocicletas fabricadas a partir de una bicicleta y un motor de explosión, extraído de otro aparato. Los rikimbilis hacen un ruido ensordecedor, pues no tienen tubo de escape, y pueden alcanzar los 80 Km/h. Aunque son ilegales, abundan en Cuba, donde es bien conocida la escasez y carestía del transporte.
Visto en MotherBoard, una marca de Vice. Página web de Ernesto Oroza.