El nuevo dispositivo lanzado por Apple puede ser una puerta de entrada a la tecnología para muchas personas
Los expertos no se ponen de acuerdo sobre el iPad. Los más optimistas ven en este aparato, de medio kilo de peso, 13 milimetros de grosor y de 24 centímetros de alto por 19 de ancho, el futuro de la informática, mientras que para otros es sólo un capricho perverso (con precios que van de los 479 euros a los 779 euros) que el tiempo se encargará de hacer poner en su sitio, ya que propone un mundo totalmente controlado por Apple, la compañía que lo fabrica y la responsable del teléfono Iphone y del reproductor de MP3 Ipod, y sus intereses empresariales. Sin embargo, cada vez esta más claro que este híbrido entre un teléfono y un ordenador puede resultar el complemento ideal para trasladar el ocio digital al sofá, o para mostrar a las personas mayores las bondades de la Red.
Los apóstoles del software libre ven en el iPad algo parecido al "Show de Truman", película en la que la vida es un inmenso escenario donde todo está previsto y controlado por un grupo de técnicos y guionistas televisivos. Aducen, no sin cierta coherencia, que un aparato en el que la persona que lo utiliza no puede decidir qué programas usa o dónde compra su música, sus películas o sus lecturas no es una buena premisa para el futuro, por mucho que la experiencia de usuario sea fantástica.
¿La muerte del PC?
Otros analistas más pragmáticos inciden en que la principal virtud de este iPhone en versión aumentada -aunque no sirva para llamar por teléfono- es precisamente la experiencia de usuario. Se refieren con ello a que la gran mayoría de los consumidores que prueban el iPad quedan encantados de sus características. A saber: se puede llevar encima con comodidad, puesto que pesa entre 680 y 730 gramos; se maneja a fondo sin tener apenas idea de tecnología porque sus aplicaciones llevan al resultado final sin complicar la vida del usuario con un laberinto de opciones; su pantalla táctil ahorra un teclado y da resultados espectaculares con apenas mover dos dedos, la resolución de las imágenes es excepcional, el entorno gráfico es muy bonito, etc.
Los más optimistas ven incluso en el aparato el futuro de la tecnología de acceso a la Red, puesto que cumple con las premisas de movilidad- ya que se puede llevar encima todo el tiempo-, rapidez de acceso en cualquier lugar -al combinar las redes wifi con las tecnologías 3G y 4G- y ambivalencia funcional; es decir que se puede usar tanto para ver una película como para escuchar un disco, mandar un mensaje de correo electrónico, editar un texto, leer el periódico o consultar la wikipedia entre otras muchas cosas.
Hasta tal punto ha llegado el entusiasmo de algunos que Steve Jobs, fundador y presidente de Apple, se atrevió a declarar hace pocos meses la muerte del PC, término en el que incluía tanto los ordenadores de sobremesa como los portátiles. Para Jobs el futuro estará colonizado por teléfonos grandes en forma de tableta con cerebro de ordenador. Por supuesto, él desearía que la mayoría fueran iPad.
Virtudes
Los resultados del iPad en los meses que lleva en activo confirman que sus características son excelentes para disfrutar de su uso, incluso entre quienes se sienten más alejados de la tecnología. Las personas de "formación analógica" están habituadas al manejo de una vida donde el componente digital es mínimo: leen libros de papel, periódicos de papel, ven la televisión en el televisor, escuchan música en discos compactos, etc.
El cambio tecnológico les ha sorprendido a contrapié y corren el riesgo de verse excluidos de un futuro que de modo irreversible pasa por Internet. Para este grupo el iPad puede ser un complemente ideal que les permita seguir con sus hábitos analógicos en un soporte similar al que han usado siempre. Leer un periódico en este aparato es algo sencillo y cómodo, ya que la pantalla tiene gran definición y está retro iluminada, por lo que se puede ver con poca luz, y lo mismo sucede con los libros. No cansa tanto la vista como las pantallas más antiguas, aunque no alcance la perfección de la tinta electrónica. De hecho, numerosos periódicos ven en el iPad la herramienta ideal para que su público más fiel se pase al medio digital.
Además, la "generación analógica" puede introducirse en la navegación web de un modo sencillo gracias a la versión del navegador Safari que incluye el iPad. Las características táctiles de la pantalla hacen el resto: para abrir un enlace basta con dar un toque con el dedo sobre él; para agrandar una fotografía, o un mapa, sólo hay que extender las yemas de los dedos sobre ella; para escribir un correo se usa el teclado táctil, que tiene unas buenas dimensiones, etc. Y lo mismo sucede con la música y los vídeos. Basta con acudir al botón de la tienda iTunes y pulsar sobre "música" para ver de forma gráfica el catálogo de discos que se venden. Se vuelve a pulsar y se descarga el disco en el iPad -previo abono en cuenta- para su escucha.
Inconvenientes
Pero decir que el iPad sustituirá al ordenador se antoja exagerado por múltiples motivos. En primer lugar porque utiliza un sistema operativo derivado del que se aplica al iPhone, que es un teléfono. Esto hace que su potencia de procesado y la cantidad de funciones que puede realizar sean limitadas. Si para un uso complementario y de ocio puede resultar ideal, para tareas profesionales no es cómodo ni estable. Editar un texto puede llegar a resultar enojoso por la cantidad de errores que propician las pulsaciones táctiles sobre su teclado; también responder a mensajes con textos largos o adjuntar archivos no es cosa sencilla. Hay tareas que se hacen mejor sentado en una silla, con un ancho teclado delante y una pantalla grande que no fuerce la vista.
Por otro lado es cierto que el iPad limita las opciones al usuario. Aunque la conexión a Internet pueda ser permanente en los modelos con acceso 3G, y se puedan realizar todo tipo de consultas y compras on line, éstas siempre están supervisadas por Apple y sus intereses comerciales. No hay alternativas a lo que ofrece la empresa de la manzana: no se pueden consultar determinadas páginas, comprar en ciertas tiendas ni usar algunas tecnologías sin su consentimiento. Como ejemplo, el iPad no acepta tecnología flash para ver los vídeos, que si bien es cierto que no es la mejor, sí es la que emplean la mayor parte de sitios web de la Red. En el fondo de esta limitación, más que cuestiones prácticas, se esconde una guerra comercial entre Adobe, propietaria de flash, y Apple.