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"La probabilidad de que cierta persona sea estupida es independiente de cualquier otra caracteristica de esa persona".
Segunda de las 5 leyes FUNDAMENTALES de la estupidez Humana (Carlo M. Cipolla )

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Cuestión de etiqueta: cómo usar el móvil en el trabajo

Cuestión de etiqueta: cómo usar el móvil en el trabajo

Trabajo con el móvil

Hay cosas que damos por sabidas pero que no lo son. Desde hace un tiempo, vengo observando como hay bastantes personas a las que nadie les ha enseñado a usar correctamente el teléfono móvil. Lo usan por igual tanto si su conversación es de negocios como si es con un amigo íntimo. Y lo peor de todo: ni siquiera se plantean que esté mal.

De igual manera que no iríamos a una reunión de negocios con la misma pinta que usamos en casa cuando estamos descansando, no podemos utilizar el móvil en todas las ocasiones por igual. Especialmente todas aquellas personas que, por nuestro trabajo en movilidad, muchas veces hacemos negocios en lugares públicos y no desde discretos despachos.

He aquí unos cuantos errores comunes que he percibido y que tienen fácil solución. 

Hablamos demasiado alto:

Dicen que es un mal común entre los españoles, pero con el móvil llega a extremos insospechados. De esta manera no sólo aireamos nuestras conversaciones a cualquiera que pase cerca, sino que, además, corremos el riesgo de que nuestro interlocutor quiera terminar antes de lo necesario la llamada.

Aunque no pocas veces el problema sea de cada persona (hay mucho voceras suelto por el mundo), también es cierto que el entorno de trabajo cambiante en el que nos movemos no favorece en nada el tono pausado. Mi recomendación es la que se le da a cualquier reportero (de radio o de televisión) cuando va a hacer conexiones en directo desde lugares con mucho ruido ambiental: que piense en que, al otro lado, no hay nada de ese ruido, por lo que gritar será más un estorbo que algo que favorezca la conversación.

El teléfono no se silencia en las reuniones

Por increíble que parezca, todavía hay que ver a muchísima gente que contesta llamadas en medio de una reunión de trabajo con otra persona. Y no, no son excepciones urgentes: es algo habitual. Salvo que la llamada que se espera sea de vida o muerte, el teléfono se mantiene en silencio mientras se esté reunido.

Es también un consejo fundamental para ganar en productividad y pongo un ejemplo personal y reciente: el otro día me reuní con dos personas para un tema que podríamos haber solventado en media hora y las constantes interrupciones lo alargaron hasta casi las dos horas. Casi toda mi tarde echada a perder en un tema muy sencillo.

No se nos avisa del manos libres

Uno de mis favoritos: estás tratando un tema de negocios por el móvil y, de repente, tras un rato de conversación, oyes una tercera voz de la que nadie te había avisado.

Puesto que las llamadas laborales deben ser siempre tratadas con confidencialidad, si alguien te llama y no te queda más remedio que usar el manos libres, asegúrate de decírselo desde el principio, tanto si estás solo como acompañado. Que sea él quien decida qué te puede contar o qué debe callarse.

Tendencia a crear “teléfonos descacharrados”

¿Os acordáis del juego infantil en el que alguien le susurraba muy rápidamente una cosa al oído a otra persona y ésa se la pasaba a una tercera y así sucesivamente? El mensaje final tenía poco que ver con el que había iniciado la cadena, ¿verdad?

Pues eso es algo que pasa muy habitualmente por culpa de los teléfonos móviles: alguien quiere dar una orden directa a otra persona, pero como no se encuentra disponible, llama a una tercera para que se la transmita. Quien lo hace cree que es mejor así, porque piensa que es muy urgente y que de palabra la información llegará antes y más clara a su destinatario.

¡Error! El consejo básico que doy siempre es: si no puedes hablar directamente con alguien, ponle un mail. Hay menos posibilidades de que se pierda en el limbo o de que la información llegue modificada.

Lo solucionamos todo con llamadas

Cada tarea requiere un método, pero hay quien no conoce más que uno: llamar. Una llamada de teléfono exige que el interlocutor deje lo que estaba haciendo hasta ese momento y te preste atención exclusiva a ti.

Pero si abusas y llamas para cualquier detalle que podrías solucionar con mensajes de texto o correo electrónico, no tardarás en comprobar como al otro lado de la línea se te hace muy poco caso. Sé comedido en el uso del móvil.